jueves, 27 de febrero de 2014

Muerte de Hércules


 No había olvidado a Íole, levante en armas a Tirinto (la ciudad fortaleza que gobernaba) y ataque a Ecalia. Mate al rey Éurito y a todos sus hijos y parientes y rapte a Íole. Para celebrar tan tamaña victoria dí un festín en el que sacrifique doce bueyes en honor a Zeus. Encargué a Deyanira una túnica, pues la que llevaba estaba estropeadísima tras la lucha, y quería estar presentable en tal acontecimiento. Ésta, muerta de celos al pensar que su marido prefería a Íole, echó en la túnica la sangre de Neso, a la cual creía una pócima del amor. Sin embargo, la sangre del centauro resultó ser un veneno mortal de devastadores efectos. En cuanto me puse la túnica, note que mi piel se quemaba. Intente quitarmela, pero el veneno se había pegado a mi piel. Creyéndolo el autor de la fechoría, cogió por los pies a Licas, el sirviente que le había traído la túnica por orden de Deyanira, y lo arrojó al mar. Cuando Deyanira se enteró de lo que realmente había hecho, se suicidó ahorcándose (otras versiones afirman que se apuñaló en el pecho). Sin embargo, el veneno no mató al héroe, pero le produjo tal dolor que él mismo pidió que lo mataran para terminar con su agonía.
MI sobrino, amigo, amante y compañero de aventuras Yolao prendió la pira (según otras versiones fue Filoctetes, o Poeas) en la que muri abrasado, vistiendo las pieles del león de Nemea por encima de la túnica envenenada.






El asesinato de Ífito


Heracles, tras la competición de tiro con arco en Ecalia, en la cual intentó sin éxito conseguir la mano de la princesa Íole, se disponía a marcharse de la ciudad cuando las yeguas del rey Éurito fueron robadas. Ífito, el hijo de Éurito, que había apoyado a Heracles en la injusticia de la competición, le pidió a éste ayuda para buscar las yeguas. Heracles accedió y realizaron una larga e infructuosa búsqueda. El héroe regresó a Tirinto, su ciudad de residencia, e Ífito siguió indagando sólo. Un tiempo después, éste descubrió las huellas que habían dejado las yeguas y las siguió hasta Tirinto, exactamente hasta la casa de Heracles, donde aparecieron los animales robados. El famoso ladrón Autólico, autor de la fechoría, se las había vendido como propias sin que éste nada supiese. Ífito intentó que Heracles las devolviera, pero éste se negó rotundamente, ya que las había pagado y le pertenecían. Se pusieron a discutir acaloradamente en lo alto de una muralla, y en uno de sus arranques de ira, Heracles arrojó a Ífito al vacío, asesinándolo.
Heracles, avergonzado por haber vuelto a matar a un inocente, regresó al Oráculo de Delfos, donde le fue impuesta la penitencia de servir a la reina (según algunas versiones, princesa) Ónfale de Lidia durante tres años. Ésta humillaba a Heracles, obligándole a realizar trabajos de mujer y a llevar ropas femeninas, mientras ella vestía la piel del León de nemea y portaba su clava de madera de olivo. Pasados los tres años, Heracles dejó de ser esclavo de Ónfale y la tomó como esposa. El héroe la obsequió con el hacha de Hipólita, la cual guardó en las regalías de los reyes lidios. Tuvieron un hijo cuyo nombre varía entre Agelao y Lamo según las distintas versiones.

Los doce trabajos


En un ataque de locura provocado por Hera, Heracles mató a su mujer, a sus hijos y a dos de sus sobrinos con sus propias manos (otras versiones dicen que dejó a Megara con vida, y que cuando volvió en sí, no pudo seguir viviendo con ella y se la entregó a su sobrino Yolao). Al despertar y descubrir los terribles actos que había cometido, sintió un terrible dolor, y avergonzado, se aisló de la sociedad yéndose a vivir a tierras salvajes. Tras una larga búsqueda, fue hallado por su hermano Ificles, que le convenció de que fuera al Oráculo de Delfos. En penitencia por esta execrable acción, la sibila délfica le dijo que tenía que llevar a cabo una serie de diez trabajos dispuesta por Euristeo, el hombre que había usurpado su legítimo derecho a la corona y a quien más odiaba. Heracles realizó los diez trabajos con éxito, pero Hera, malmetiendo contra éste, convenció a Euristeo de que tachara de inválidos el segundo, en el que fue ayudado por su sobrino Yolao, y el quinto, ya que bien pensado, lo realizó para Augías (según algunas versiones se escudaba en que el trabajo lo habían realizado los ríos, igual que Augías para no pagar a Heracles lo acordado en la apuesta personal que hicieran). Debido a esto, Heracles tuvo que realizar dos trabajos más, sumando en total los doce (en realidad este elemento mítico no formaba parte de la leyenda en un principio: se añadió en un intento de explicar por qué el número de trabajos varía de diez a doce según las distintas versiones).
El orden tradicional de los trabajos es:
  1. Matar al León de Nemea y despojarle de su piel.       
  2. Matar a la Hidra de Lerna.
  3. Capturar a la Cierva de Cerinea.
  4. Capturar al Jabalí de Erimanto.
  5. Limpiar los establos de Augías en un sólo día.
  6. Matar a los Pájaros de Estínfalo.
  7. Capturar al Toro de Creta.
  8. Robar las Yeguas de Diómedes.
  9. Robar el cinturón de Hipólitas.
  10. Robar el ganado de Gerión.
  11. Robar las manzanas del jardín de las Hespérides.
  12. Capturar a Cerbero y sacarlo de los infiernos.















































Hercules en la mitologia griega

Soy el más célebre de los héroes griegos, el paradigma de la virilidad y el adalid del orden olímpico contra los monstruos ctónicos. Mi extraordinaria fuerza es el principal de mis atributos, pero también lo son el coraje, el orgullo, cierto candor y un formidable vigor sexual. Se me considera el ancestro de los Reyes de esparta (de este modo estos caudillos dorios se legitimaban como aqueos ) y la influencia de esta polis en la Grecia Arcaica y Clásica fue una de las razones de la difusión de mi leyenda y  culto,haciendo de mi
 el héroe dorio por excelencia.








martes, 18 de febrero de 2014

Juventud


Crecí sano y fuerte. Recibí con mi hermano clases de música del maestro Lino, pero era un estudiante rebelde e indisciplinado. Lino me regañaba constantemente, y un día me enfurecí de tal manera que lo golpee con una lira, matándolo al instante.  Debí comparecer ante un tribunal, acusado de asesinato, pero se salí del apuro citando una sentencia de Radamtis, según la cual existía el derecho de matar al adversario en caso de legítima defensa (aunque realmente Lino no me había tocado). Fuí pues, absuelto. Pero Anfitrión, inquieto, y temiendo que su fuese presa de nuevos accesos de cólera se apresuró a enviarme al campo, y me puso al frente de sus rebaños. Allí, según una tradición, un boyero escita llamado Téutaro continuó mi educación, adiestrándome en el arte de manejar el arco.
 Seguí realizando proezas tales como matar al León de Citerón, que estaba acosando y cazando los rebaños locales, y me vestí con sus pieles. Cuando regresaba de mi cacería me encontré con los emisarios del rey minio Erginio de Orcómeno, que había derrotado años atrás a los tebanos y les había impuesto un pesado tributo que debían pagar cada año. Yo les ataqué, les corté la nariz y las orejas y las até a sus cuellos, enviándolos de regreso con el mensaje de que ése era todo el tributo que iba a recibir. El rey tebano Creonte me recompensó otorgándome la mano de su hija, la princesa Megara, con la que tuve varios hijos. Pirra, mi hermana menor, se casó con Ificles, el hermano gemelo del héroe.

lunes, 17 de febrero de 2014

Infancia y primeras hazañas

 Soy el héroe máximo de la mitología clásica, tebano de nacimiento y, durante parte de mi vida,
 también de residencia, aunque tirintio o miceneo por mi familia. En cuanto a la transición española de mi 
nombre, es recomendable la forma “Hércules” más bien que la forma “Heracles”. Hércules, hijo de Zeus, soy
el último héroe que este engendra en mujer mortal, al enamorarse de Alcmena, la hija de Electrión, a la
 que encontrándose ella en Tebas, engaña presentándosele con la figura corporal de Anfitrión. Alcmena, 
establecida en Tebas con Anfitrión, no había consentido en consumar su matrimonio con Anfitrión hasta 
que éste ejecutara la campaña de castigo contra los Teléboas que Electrión no había podido llevar a cabo. 
También Anfitrión, tras el episodio de la zorra de Teomeso, había partido hacia Tafos y, gracias a la 
traición de Cometo, había conseguido una total victoria contra Pterelao y los Teléboas. Emprende, pues, 
Anfitrión su triunfal regreso a Tebas, pero cuando está ya cerca de la ciudad, cuando Zeus, enamorado
 de Alcmena, se presenta a ella haciéndose pasar por Anfitrión, le cuenta que ha cumplido victoriosamente la 
misión de castigo contra los teléboas que ella le había exigido (por ser los matadores de los hermanos de 
Alcmena), y logra así que Alcmena le reciba en su lecho, creyendo que es Anfitrión y consintiendo por fin
 en la consumación del matrimonio: engaño de los más célebres de toda la mitología clásica.    
 El entusiasmo de Zeus por Alcmena es tan grande, que, habiendo llegado junto a ella al empezar la
 noche, triplica la duración de esa noche que pasa con Alcmena, haciendo que el sol salga con veinticuatro 
horas de retraso sobre lo que habría sido su orto ordinario al terminar aquella noche. Ahora bien, con 
Apolodoro concuerda bien la narración senecana: “ese hijo para cuyo nacimiento el cielo consumió un día y el
 sol salió con retraso en el mar oriental por habérsele ordenado que retuviera su luminaria sumergida en el 
Océano”, con lo que la continuidad de la estancia de Zeus con Alcmena durante una noche de treinta y seis
 horas, y un retraso de veinticuatro horas en la subsiguiente salida del sol, parece ser la forma más genuina 
de esta tradición mítica de la concepción de 
Hércules.


domingo, 16 de febrero de 2014

Hercules

Soy es un héroe de la mitología griega, Considerado hijo de Zeus y Alcemea, una reina mortal, hijo adoptivo de anfitrión y bisnieto de Perseo por la línea materna. Recibí al nacer el nombre de Alceo o Alcides, en honor a mi abuelo Alceo ; si bien esta misma palabra evoca la idea de fortaleza . Fue en mi edad adulta cuando recibí el nombre con que me conocen, impuesto por Apolo, a través de la Pitia, para indicar mi condición de servidor de la diosa Hera.En Roma, así como en Europa Occidental, soy conocido como Hércules.